A veces uno piensa en todo lo que ha dejado atrás. Amigos, familiares, seres queridos y algún que otro secreto de alcoba. Luego mira al frente y sabes que todo aquello te ha llevado a este punto y decides seguir la marcha. Agachando la cabeza ves unos pies, llenos de llagas y ampollas, fiel reflejo del camino que has dejado atrás. Callos en las manos de tanto blandir una espada que ha segado la vida de trolls, mandragoras, piratas y algún que otro Dios, demuestran que estas echo para esto, que por mucho que te nieguen, por muchos que lo niegues eres carne de campo de batalla. ¿Pero que hace un guerrero cuando no hay guerra?¿Como es el camino de vuelta hacia tu hogar, sabiendo que no hace mucho tu rompiste muchos?
Y es en este punto donde estoy ahora. Después de mucho caminar he regresado. Desde lo alto de esta colina veo a mi pueblo, mi gente, mi familia. Nada parece haber cambiado, sus costumbres sus rutinas, todo sigue igual. Como si el tiempo se hubiese detenido para ellos. Todo sigue igual, nada ha cambiado.

Con este último pensamiento me levanto. Cogiendo mis escasas pertenencias y apretando bien el cinturón que soporta mi espada me doy media vuelta. Un último vistazo a mi hogar. Se que siempre seguirán ahí, eso quiero pensar. Ya no soy joven, ya no hay guerras, pero mis ganas de vivir me mantienen vivo. Ya volverán los tambores anunciando grandes batallas, grandes momentos, grandes gestas. Allí me veréis, por mucho que mis huesos me impidan dar un paso más, allí me vereis. Puede que el viento borre mis huellas, incluso los rumores digan que desaparecí en una noche de tormenta. Pero por mucho que Tiempo decida borrar mi nombre, decida ahogar mi pasado en un vaso de alcohol, yo seguiré aquí. Ya no soy joven, ni pretendo serlo. Solamente soy un guerrero, solo se coger una espada y luchar y eso haré hasta mi último aliento.